Una semana después de que DANA impactase en diferentes poblaciones de Valencia, los trabajos de búsqueda y rescate de los desaparecidos, así como de limpieza, siguen desarrollándose poco a poco. 

A los testimonios de aquellos que han perdido a seres queridos, o de aquellos que han salvado sus vidas de la tragedia de forma prodigiosa, les siguen ahora los de personas que están trabajando en el lugar, aportando cualquier tipo de ayuda.

Y es que ante una destrucción de semejante magnitud, toda ayuda es necesaria. Desde la coordinación de la recepción y el envío de alimentos y productos de primera necesidad, hasta el reparto de los mismos. Ya sea escoba o cámara en mano, todo suma para paliar los efectos tan devastadores del temporal, que ha dejado por el momento 219 muertos y 93 desaparecidos.

Aun tras la llegada de la Unidad Militar de Emergencias, bomberos y Guardia Civil, la sensación es que se avanza despacio y que la ayuda prometida sigue sin llegar. “La situación en la zona afectada es aún bastante complicada pasada una semana ya desde la catástrofe. Apenas han comenzado las largas jornadas de búsqueda de víctimas, retirada de coches, enseres y restos de todo tipo que fueron arrastrados por la tromba de agua”, explica Juan Carlos Argandoña.

Él sirve en la Comunidad Cristiana Valentia de Alboraia coordinando las peticiones que llegan de personas afectadas y buscando los recursos más urgentes y necesarios para elaborar los paquetes que luego se envían a las familias damnificadas. “No solo se trata de entregar la ayuda material necesaria, sino también de escuchar, acompañar, consolar y transmitir un mensaje de esperanza”, remarca.

“Aún quedan casas, garajes, bajos comerciales y empresas muy afectadas. Pero lo más triste de toda esta tragedia es la situación en la que han quedado miles de personas que han sufrido la pérdida de familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo dejando gran dolor e impotencia”, afirma Argandoño. “Situaciones como estas nos demuestran lo frágiles que somos y que, en cuestión de minutos, todas las falsas fortalezas en las que se sostienen las vidas de las personas pueden venirse abajo”, añade.

En este sentido, Argandoño reivindica la labor de la iglesia y el testimonio del evangelio en estas situaciones. “Es en situaciones como estas que la iglesia de Cristo ha de marcar la diferencia. El mensaje del Evangelio puede llenar los vacíos y aliviar el dolor de las pérdidas de todo tipo. Los cristianos somos llamados a consolar de la misma manera que hemos sido consolados y llamados a amar de la misma manera que somos amados por Dios”, señala. “El evangelio nos habla acerca de la fidelidad de Dios que, en la persona de Jesús, nos reconcilia con el Padre y nos fortalece en Él precisamente en los momentos de mayor vulnerabilidad”, añade, al mismo tiempo que pide oración “por las familias afectadas”.

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